domingo, 9 de diciembre de 2018

Y

-YO-

En filosofía es frecuente usar yo como sinónimo de conciencia.

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Freud emplea este término designar a lo que (según su segunda topología de la mente) es uno de los lugares, o componentes de la estruc­tura mental (junto con el superyó y el ello).

El yo surge como conse­cuencia de las tensiones y exci­ta­ciones provocadas en el niño por los estímulos exteriores. Estas excitacio­nes y tensiones provocan la aparición de una con­cien­cia pri­maria (un Yo ar­cai­co en pala­bras de Freud), totalmente volcada sobre sí misma (narcisista) pero que sir­ve como puen­te de enlace entre las puras apetencias del ello y la rea­lidad externa. Pero paulatinamente el niño va abandonando este estado de narcisismo ab­so­luto en el que vive cen­tra­do úni­ca­men­te en sí mismo para colocar el centro de su atención en el mundo ex­terno. La pre­sen­cia cada vez mayor del mundo externo le va obli­gan­do a desarrollar plenamen­te su yo, que se en­car­gará de las funciones de auto­con­serva­ción; esto es, de tener presente al mundo ex­terno, para proteger al in­divi­duo de sus amenazas y problemas, y para adaptar sus deseos a ese mun­do. El yo está gober­nado por el principio de realidad.

 

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